Lo que nadie sabe realmente
Mientras que la colocación de articulaciones artificiales de cadera suele dar excelentes resultados y los pacientes a menudo pueden retomar sus actividades deportivas como el tenis, el esquí, el baile, etc., la prótesis de rodilla sigue planteando hoy en día un problema considerable, ya que la movilidad y la resistencia recuperadas están claramente por detrás de las de la articulación artificial de cadera.
Los expertos coinciden en que al menos el 15-20% (!) de las endoprótesis de rodilla causan problemas después de la operación, algunos de ellos considerables.
Las causas principales son las dificultades para colocar la prótesis con precisión y una restauración insuficiente de las complejas superficies articulares originales, con alteraciones sobre todo en la función de la rótula.
Otras causas de los resultados insatisfactorios son a menudo poco claras y se atribuyen en parte a incompatibilidades de los materiales o a reacciones alérgicas a los implantes. Además, existen los riesgos «bastante normales» de una operación, que, sin embargo, son afortunadamente muy raros y, en cuanto a su frecuencia, comparables a los de las operaciones de articulaciones artificiales de cadera.
Por lo tanto, antes de una operación de este tipo de la articulación de la rodilla hay que sopesar con precisión los riesgos y las posibles ventajas, o examinar exactamente si ya se han agotado todos los métodos de tratamiento denominados conservadores y el deterioro de la calidad de vida, especialmente de la movilidad, es tan grave como para querer someterse a los riesgos mencionados.
Por regla general, existe una indicación para esta intervención si, tras un periodo suficientemente largo de tratamiento conservador bajo la dirección de expertos, se ha «llegado al límite de las posibilidades de mejora» y, debido al dolor aún existente, la inestabilidad de la marcha o la hinchazón, se siente un grave deterioro persistente en el contexto del modo de vida habitual, al caminar, al estar de pie o incluso en reposo.
En este punto, el paciente suele tener claro que está dispuesto a aceptar los riesgos del tratamiento quirúrgico.
Si se acepta entonces que en determinadas circunstancias sólo se consigue una mejora de la capacidad normal para caminar, en el sentido de una reducción normalmente significativa del dolor y la ampliación de la distancia posible de marcha, se da la situación de partida adecuada para una intervención de este tipo.
Sin embargo, es indispensable una preparación óptima con aclaración de los riesgos individuales para la salud, exclusión de alergias a sustancias de los componentes de la prótesis, aclaración holística de la idoneidad para la operación y, por último pero no menos importante, un examen biomecánico completo del sistema musculoesquelético individual, si es necesario con análisis de la marcha.
Si después de la operación es posible algo más que caminar sin dolor, estaremos encantados de ayudarle.